Un
nuevo año inicia y con él saltan a la vista los proyectos e ideas que dejamos
pendientes del año que recién termina. Comarca mínima se tomó un descanso para
emprender con energía, los textos, opiniones, invitaciones, eventos, entre
otros, que tiene y que surjan en este 2016. Así que, nos visitaron los Reyes Magos y nos dejaron estos textos mínimos para disfrutar de
ellos y empezar con buen pie lo que se avecina en materia de minificción.
En
esta primera oportunidad del año iniciamos con cuatro autores carabobeños: Amelia Orta, Obed Piedrahita, Carina Pérez y Elías Baptista. Dos mujeres y dos caballeros
conforman esta primera entrega del 2016…
Afinen la vista y dispónganse a disfrutar ;)
Afinen la vista y dispónganse a disfrutar ;)
AMELIA ORTA
Josefina
Arrastra sus pasos hacia la sala y
grita: ¡Josefina! Corro a su encuentro. Temo que una caída fracture su cadera, eso
sería doloroso para ambos. Está sentado donde cada mañana desayuna. Al verme
sonríe. Me sorprende, hace mucho que su rostro está vacío de alegría. Admira la casa, pregunta por personas
desconocidas. Escondo las ganas de llorar, no soy esa Josefina a quien llama.
Siento que estoy rodeada de espíritus. Intento traerlo de vuelta. Le hablo de
nosotras, de sus hijas. Su sonrisa se vuelve una mueca. Me busca en su memoria. Toma con fuerza mi
brazo. Nuestras miradas se cruzan, ya no ríe.
Le ofrezco un café para salir del momento incómodo.
Respondo sus preguntas. Finjo ser la
mujer que nombra mientras bebe lentamente, satisfecho por las respuestas. Coloca
la taza sobre la mesa con su mano temblorosa. Estira sus brazos pidiendo ayuda
para levantarse y lo llevo a la habitación. Atrás se queda Josefina envuelta en
fantasmas.
Encuentro
Llegó
envuelta en los relámpagos de la noche. Doy pasos apurados hacia la habitación.
Su cuerpo yace tendido sobre el catre. Me acerco, dudo de mis fuerzas. Mantengo tranquilo el temor con los rezos. Su
rostro grita. Los ojos hundidos detrás de los párpados, sin brillo, me
encuentran. Respira con dificultad.
La
mano temblorosa me señala el rincón vacío. Sigo inmóvil. Contengo el llanto y
el miedo se desata, inunda el espacio.
Ella, vestida de negro, se burla. Apesta.
Ecocidio
Cuando Caperucita
llegó al bosque, habían talado todos los árboles.
OBED
PIEDRAHITA
Final
La
había perdido. No había remedio. Su rostro contuvo el mar entero para no
quebrarse, mientras vio su dama partir sumergida en la mano de otro hombre. Quería
escapar, pero se mantuvo intacto como un soldado de hielo. Vaticinó la tormenta
que le esperaba sin ella y apresuró lo inevitable: tumbó al rey sobre el
tablero de ajedrez. La partida había terminado.
Auschwitch
El
habitante de aquel féretro no parecía ser la bestia. Así, en esa quietud, bien podría
suplantar a una víctima, cualquiera de las sepultadas en el humo negro de las
fumarolas.
Secreto en el Caribe
Medio siglo atorado en el tiempo, pensó
mientras acicalaba sus barbas grises. Es tarde para reconocer fracasos. Muchos días
decapitados desde que las boinas y los pañuelos rojos nos dibujaron en la
historia. Nadie sabrá perdonar medio siglo de cobardía.
Levantó
los brazos, reclamando otra ovación. Y aplastó el último pensamiento que lo
traicionó.
CARINA PÉREZ
El
árbol sabio
El ejército viste de negro. Sacrifican su
último beso. Otros, caen del cielo. Susurran la respuesta que espero. Tú,
sabio, callas. ¿Qué será de mí después de esta guerra?
Ciegos
Te vi en aquel café y supe que deseaba
estar contigo. Vernos con las manos. Los ojos son temerosos.
-
Las
costumbres matan –dijiste.
Y me dispuse a ir en contra de los
esquemas.
El
árbol sabio II
Perduras al caer, anclado en los riscos.
A los ojos del olvido de Neruda, te encuentro donde el amor es propio y el tuyo
(prójimo) es efímero. Las ninfas zumban al oído, proclaman admiración.
Hermosa mentira
Como huir cuando se apresura un fin
inminente. Retroceder para no saber lo de hoy. Explicarlo y seguir unidos. Debería
ser más simple. La miseria de mis caricias, estas ya no son suficientes. He
olvidado o no he aprendido.
ELÍAS BAPTISTA
El juguete
Su sangre discurría por el alfeizar de
las ventanas. Él siempre supo que no era oportuno hacer esa visita. No confiaba
en ella. En sus encuentros ocasionales, siempre le insinuaba lo que ahora sabía.
Lo peor es que a nadie le importaría su muerte.
Miró a su asesina que se limpiaba las
manos con la lengua. Estaba feliz por su crimen. Se levantó. Con sensual andar
se acercó y diciéndole cosas obscenas al oído lo atacó una vez más.
Había luchado horas contra ella. De nada
le sirvió. Lo mordía, lo pateaba, laceraba su piel; luego, aburrida, se sentó
para verlo desvanecer. El dolor era tal que comenzó a convulsionar. Lo ahogaba
su propia sangre. Tenía frío. Poco antes de perder el sentido, la asesina le
rompió el cuello. La primera fase está
terminada –pensó ella-. Ahora a lo
que de verdad importa.
En ese instante abrieron la puerta y
entró una mujer que al ver todo el reguero carmesí, gritó:
-
¡Ay
Dios! No puede ser ¡Otra vez no! – Corrió a ver a la víctima y recogió el
cuerpo con la esperanza de que aún estuviera con vida.
Era demasiado tarde. Se volvió hacia la
malhechora y le reprochó:
-
Akasha
mala, ¿cuántas veces te he dicho que no se debe matar en la casa?
La asesina vio el desorden a su alrededor
y con una invisible sonrisa, contestó:
-
Miiiiaaauuu
El Mar
Cuando lo conocí, pensé que era la
piscina de Dios.
Nos vemos a la brevedad...
No sé mucho de ficción, pero me gusta. Creo ha sido una excelente selección para iniciar el año. Éxitos.
ResponderBorrarGracias por tu lectura, Maibi. Nos seguimos viendo en este comarca ;)
BorrarExcelente!!!!
ResponderBorrarGracias por la lectura!!! :)
BorrarGracias, Geraudí.
ResponderBorrarMuy bueno, la mini ficción te saca suspiros, risas o demasiado asombro, es difícil como logran hacer toda una historia en tan pocas líneas.
ResponderBorrarMuy bueno, la mini ficción te saca suspiros, risas o demasiado asombro, es difícil como logran hacer toda una historia en tan pocas líneas.
ResponderBorrarAsí es, Subadra... Gracias por la lectura. Nos seguimos encontrando en esta comarca. :)
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